miércoles, 8 de enero de 2014

Grandes distancias entre más grandes personas





La distancia… 
Tópico en el amor, excepción en las amistades, fundadora de los famosos “te echo de menos”, casada con la despedida, manipuladora de nuestros ahorros empeñados en viajar, enemiga de todo aquel que la sufre; pero ante todo, creadora de los reencuentros (siempre tan esperados).

Y es que, es imposible negar que ese abrazo sacado de una película americana nos encanta, nos provoca un escalofrío que nos recuerda cuanto echábamos en falta a la persona que teníamos lejos. Lejos hablando en kilómetros, jamás en sentimientos.

Aunque, sin duda alguna, las palabras que viajan en nuestra mente durante el camino de vuelta a casa son las de esa carta que nos entregan antes de coger el avión, las que nos susurran en la puerta del tren en marcha, o las que nos dicen con la mirada a través de la ventanilla del autobús. ¿Quiénes? Los que nos quieren cerca.

Todo esto suena tan a despedida, que parece que ha llegado la hora de despegar, partir o arrancar, de vuelta cada uno a sus hogares con el olor navideño de Madrid impregnado en su ropa y las luces de Sol chispeando aún en sus ojos.

Sin que nos demos cuenta, sin quererlo, la navidad se marcha ya, y los nuestros con ella.
Pero, al fin y al cabo, las personas que están hechas para nosotros viven lejos o, simplemente, nunca tendremos el placer de conocerlas.

Y por esas de las que nuestra enemiga la distancia nos separa, gritemos que, aun estando en el otro lado del charco o mojando los pies en la orilla de este, su verdadero hogar está en nuestro corazón. De hecho, mientras leéis esto estamos juntos allí, donde solo guardamos lo mejor de nosotros.

Recordad que esto no es un adiós, es un hasta pronto.


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